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Aulas de Alá. Universitarias en Gaza JUAN MIGUEL

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Mensagem por klareto putaça Dom Nov 09, 2008 1:25 pm

Aulas de Alá. Universitarias en Gaza

JUAN MIGUEL MUÑOZ 09/11/2008

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Son el futuro de Palestina. El 58% de los 22.000 estudiantes de la Universidad Islámica son mujeres. No se mezclan con los hombres y deben acudir a clase cubiertas de arriba abajo.

Cascotes y metal, montones de escombros, edificios derruidos con techos que penden de cables de hierro, socavones por doquier. El paisaje de la destrucción y la miseria apabulla en Gaza. La porquería se amontona en esquinas y descampados. Las aguas putrefactas resbalan camino del Mediterráneo. Es una odisea mantener algo digno de llamarse servicios públicos cuando se sufren dramáticas carencias de combustibles, electricidad y materiales de toda índole. En el panorama, a simple vista, también es notable el predominio masculino en sus calles y en los comercios. Son los hombres quienes compran en los mercados. Ellos despachan. Pero existe un lugar que parece extraído de otros lares, un espacio muy pulcro y ordenado. Un oasis donde impera un espíritu reñido con el ambiente atormentado que padece el millón y medio de palestinos que pueblan este territorio, sometido por Israel -las democracias occidentales miran para otro lado- a un bloqueo económico atroz. Es la Universidad Islámica de Gaza. En sus patios se respira sosiego. No se escucha un grito. No se ven aspavientos, ni se observan los típicos ademanes, tan expresivos, a los que son propensos los palestinos. "Relax, reflex, react or resign" (relax, reflejos, reacción o dimisión). El cartel cuelga en un panel con marco verde -el verde del Islam- en el despacho de Heba Balaui, jefa de Relaciones Públicas de la universidad. Y resume la actitud que deben adoptar los empleados. "Hay que tener un comportamiento positivo y poner buena cara", dice, tímida, esta periodista de 25 años. Los buenos modales son un requisito indispensable. De lo contrario, mejor renunciar o escoger otra institución para estudiar. Balaui trabaja en este departamento junto a dos mujeres y un hombre. Porque la presencia femenina, aunque es estricta la separación de sexos en las aulas y casi todas las dependencias, es mayoritaria: el 58% de los 22.000 estudiantes son chicas. De los 22 miembros de la dirección, cuatro son mujeres.

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La mezquita -se construyen sin cesar- y la milicia que combate al Ejército israelí -nunca deja de entrenar y de prepararse para la próxima refriega mortal- son los pilares básicos del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). Pero esta universidad, dirigida por los fundamentalistas, no anda a la zaga. El 2 de febrero de 2007, los esbirros del otrora hombre fuerte de Gaza -el líder de Al Fatah y acérrimo enemigo de Hamás, Mohamed Dahlan- arrasaron e incendiaron varios de los 12 edificios del centro universitario en el que el propio Dahlan cursó estudios. Se salvaron de la quema los ocupados por las mujeres. Los escombros calcinados inundaban salones y aulas. Semanas después todavía apestaba a chamusquina. Hoy no queda rastro del feroz asalto. Sólo alguna luna rota y orificios de balas perdidas. Se volcaron en la reconstrucción sin perder un segundo y sin suspender las clases. Se las han apañado para que en tiempo récord todo vuelva a algo parecido a la normalidad. Porque nada es normal o rutinario en Gaza. En las salas del departamento de Informática, los pupitres ya disponen de las pantallas de los ordenadores. Vienen, a menudo clandestinamente, desde Egipto. Porque esta universidad también se nutre de los túneles subterráneos que cruzan el corredor Filadelfi, la franja de 14 kilómetros que divide Egipto de Palestina. Es el cordón umbilical de este pedazo de tierra asediado desde hace casi tres años. Para una institución privada, que carece de subsidios oficiales y que sólo dispone de 2,3 millones de euros al año para pagar al personal -un millar de personas, la cuarta parte, docentes, que cobran entre 500 y 700 euros-, cualquier medio es válido. Se buscan la vida. "Ahora, gracias a Internet, podemos bajarnos programas y material de toda índole. No todo tiene que pasar por las fronteras", ironiza la profesora Sanna Abu Dagga.

Desde su fundación en 1978 -sin la autorización israelí y cuando las clases se impartían en tiendas de campaña y chamizos-, la universidad, la primera nacida en Gaza, nunca dejó de funcionar, pese a los frecuentes cierres impuestos por el Ejército israelí. "Es la cuna de nuestra cultura y de la ciencia", sostiene ufana Balaui. Y un baluarte en la defensa de los preceptos religiosos. Gaza poco tiene que ver con la extrema intolerancia o la flagrante discriminación que sufren las mujeres en las monarquías del golfo Pérsico. Pero la huella religiosa lo impregna todo en una sociedad que no hace tanto se vanagloriaba de ser la más laica de Oriente Próximo.

Recuerdan mujeres de avanzada edad cómo se paseaban en su juventud con pantalones cortos por las calles de Nablus (Cisjordania). Cómo vestían camisetas de tirantes y la sorpresa que causaba ver a una mujer con velo. De eso hace tres décadas. Sus nietas acuden a clase cubiertas con el yilbab, la larga vestidura que las cubre de pies a cabeza. En las aulas, algunas se retiran el velo. Por supuesto, siempre que la profesora sea también mujer. Y no se vaya a pensar que el fenómeno se reduce a los centros docentes o al pequeño territorio que controla Hamás con actitud espartana. En la contigua Universidad de Al Azhar, donde chicos y chicas comparten aulas, el 90% de las mujeres eluden el yilbab, pero también se cubren la cabeza. Por las calles cisjordanas de Nablus o Hebrón, gobernadas por el laico partido Al Fatah, no se ven cabellos de mujer. Y si se alberga la impresión de que el auge del islamismo en esta tierra es cosa de hombres, nada mejor que recurrir a las elecciones del Consejo de Estudiantes. "Entre los chicos, las listas de Hamás consiguen el 60% de los votos, y en ocasiones se acercan al 80%. Entre las chicas casi nunca baja del 90%", explica el doctor en Economía Issam Buhaisi.

Muchas alumnas proceden de campos de refugiados superpoblados e insalubres, el fermento ideal para el auge de la fe. En la década de los ochenta eran feudo del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Ahora respaldan a Hamás. Del marxismo al islamismo ha transitado una sociedad muy politizada que se siente incomprendida y despreciada. Es inevitable percibir un profundo resquemor hacia Occidente. Piensan que les han abandonado en un túnel sin salida.
klareto putaça
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