Los portugueses, entre la indiferencia y la resignación

Los portugueses, entre la indiferencia y la resignación

El barrio de la Baixa en el centro lisboeta. Juan Pablo Cardenal.


Virginia López (Especial para EL MUNDO) | LisboaActualizado jueves 28/05/2009 21:25 horas



Las elecciones europeas del próximo 7 de junio son la primera cita electoral de los portugueses este año, antes de las legislativas y municipales.
Los principales partidos políticos se han echado a la calle en una campaña electoral en la que se está hablando poco de Europa y mucho de Portugal. Los lusos están más preocupados por la crisis económica
y el aumento del desempleo que por lo que pasa en Bruselas. Para
muchos, el resultado de los comicios será irrelevante para la
resolución de los problemas del país.
La abstención, vencedora en los sondeos


Según las encuestas, la gran vencedora de la cita electoral europea será la abstención. Más del 60% de los portugueses no tiene intención de acudir a las urnas.
Los ciudadanos lusos no acaban de sentirse europeos. En parte, por su
situación geográfica, que les hace pensar que la UE no llega tan abajo.
Pero también porque, cuando se trata de estadísticas, el país sigue
siendo el farolillo rojo de la Unión. De los portugueses que tienen
previsto ir a votar, solo el 9% afirma que lo hará pensando en el
proyecto europeo, mientras que el 20% ha decidido hacerlo para
penalizar al actual Gobierno socialista.
Argumentos similares de mayoría y oposición


Según el politólogo André Freire, la similitud en
los argumentos utilizados por socialistas y socialdemócratas en
relación al proyecto europeo dificulta la movilización de la población.
"El consenso europeo a nivel nacional perjudica la participación de los portugueses en las elecciones, ya que echan en falta una estrategia de movilización alternativa",
explica el especialista luso. Además, "los lusos sienten que las
elecciones europeas tienen poca relevancia en el funcionamiento del
sistema político de la Unión".
Campaña basada en la política nacional


Una de las principales críticas que ha hecho el presidente Aníbal Cavaco Silva
a los diferentes partidos políticos es el hecho de que estén hablando
más de Portugal que de Europa. Sin embargo, el 57% de los portugueses
espera de sus líderes que discutan los problemas de carácter nacional,
lo que está llevando a unos y otros a utilizar esta campaña electoral
como una primera batalla ante las próximas elecciones legislativas.
El primer ministro José Sócrates está siendo uno de
los más activos, acompañando al cabeza de lista socialista, Vital
Moreira, en diferentes puntos del país. "Si la oposición dice que estas
elecciones son una prueba para el Gobierno, yo digo que también son una
prueba para la oposición, negativa, sin ideas, sin propuestas y sin
alternativas", sentenció Sócrates en un mitin en Castelo Branco.
Europeísmo generalizado en el palacio y en las calles


A pesar de esta falta de interés por el proyecto europeo, la mayoría de los portugueses se define como europeísta.
Lo mismo sucede con los principales líderes, incluso con los que están
situados más a la izquierda en el espectro político. En una de sus
intervenciones con motivo de la campaña, Sócrates defendió al Partido
Socialista asegurando que su formación ha estado en los momentos más
importantes de la construcción europea.
"Con Mário Soares ingresamos en la entonces CEE, con António
Guterres llegó el euro y la Estrategia de Lisboa, y durante la actual
legislatura se firmó el Tratado de Lisboa", argumentó el primer
ministro. Desde la oposición, también se defiende la convergencia con
Europa.
A la cola de Europa después de dos décadas


A pesar de todos los fondos europeos gracias a los que se
construyeron modernas carreteras, los portugueses -que ingresaron en la
UE el mismo día que sus vecinos españoles, en 1986- miran a Madrid con la sensación de que a este lado de la frontera el dinero europeo no se ha aprovechado de la misma forma.
Aunque casi nadie duda de que el país estaría peor en caso de no
pertenecer a la Unión, el hecho de ser europeos sigue significando poco
cuando Portugal ocupa los últimos lugares en materia de sanidad,
educación, nuevas tecnologías o empleo.