¿Por qué cuesta tanto dejar el cigarro del café?
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¿Por qué cuesta tanto dejar el cigarro del café?
¿Por qué cuesta tanto dejar el cigarro del café?
Una mujer fumando un puro. (Foto: Javier Galeano | AP)
Actualizado jueves 10/09/2009 06:54 (CET)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.-
Desengancharse de una droga es un proceso costoso que conlleva, a
menudo, un cambio de hábitos radical encaminado a sacar a la persona
del ambiente relacionado con el consumo. Las raíces de la dependencia
que generan la nicotina o la cocaína son más profundas de lo que se
pensaba. Ésta no se limita a una recompensa placentera sino que implica
el refuerzo de ciertos recuerdos, como el sitio o las circunstancias
habituales de consumo, que motivan al sujeto a continuar con su uso.
Fumar sólo cuando otros lo hacen, ser incapaz de perdonar el cigarro
de después de comer o tener que esnifar una raya cuando se han tomado
algunas copas. Las evidencias científicas y empíricas indican que la
información contextual, espacial y del lugar está relacionada con las
vivencias relativas a la toma de drogas hasta el punto de que las circunstancias empujan muchas veces a su consumo.
Aunque suene a excusa, no lo es. Esa es la conclusión de un trabajo publicado en la revista 'Neuron',
que ha analizado el efecto de la nicotina sobre los procesos de
aprendizaje y memorización en ratones. Sus conclusiones señalan que tanto el consumo adictivo de una droga como los acontecimientos que lo rodean pueden considerarse aprendizaje condicionado.
Para que nuestro cerebro aprenda y memorice necesita modificar
constantemente sus conexiones en el hipocampo. Este fenómeno se conoce
como plasticidad neuronal e implica cambios en las sinapsis neuronales
existentes (intensidad, funcionalidad), desaparición y aparición de
otras nuevas. El neurotransmisor implicado en estos cambios es la
dopamina.
El rol de la dopamina en el desarrollo de una adicción es bien
conocido, gracias a los estudios 'in vitro' y con animales vivos
sedados. Sin embargo, estos experimentos no permiten conocer las
consecuencias últimas que la exposición a la nicotina, por ejemplo,
causa en el cerebro.
Al trabajar con ratones vivos en movimiento, los autores de este
estudio, procedentes del Baylor College of Medicine de Houston (Estados
Unidos) pudieron salvar esa barrera. Los animales, a los que se les
habían implantado electrodos en el cerebro para recoger la actividad de
las neuronas del hipocampo, podían deambular libremente por dos
compartimentos en los que recibían bien una dosis de nicotina bien una
de solución salina (inocua).
"El cambio en la actividad cerebral era alucinante", ha explicado
uno de los autores, John Dani, profesor de neurociencia de Baylor.
"Comparado con las inyecciones salinas, la nicotina fortalecía las
conexiones neuronales; a veces hasta un 200%. Este fortalecimiento indica formación de nuevas memorias".
Eso es lo que ocurría en el cerebro de los animales, ¿pero qué se
veía desde fuera? Dani y su colega Jianrong Tang observaron el
comportamiento de los roedores y comprobaron que pasaban más tiempo en
el compartimento en el que recibían la nicotina. La actividad
desencadenada por la nicotina en el hipocampo sólo podía indicar una
cosa: habían aprendido a preferir ese espacio.
Estos hallazgos concuerdan con la idea de que las memorias asociadas
con comportamientos adictivos se transforman en motivaciones internas
para seguir con el consumo de esa droga. Como salir por la noche incita
a esnifar cocaína, beber café a encender un cigarro o tomar éxtasis a
fumar porros.
- Un estudio explica cómo las circunstancias incitan al consumo adictivo de drogas
- La nicotina o la cocaína refuerzan las memorias de las vivencias asociadas a su uso
Una mujer fumando un puro. (Foto: Javier Galeano | AP)
Actualizado jueves 10/09/2009 06:54 (CET)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.-
Desengancharse de una droga es un proceso costoso que conlleva, a
menudo, un cambio de hábitos radical encaminado a sacar a la persona
del ambiente relacionado con el consumo. Las raíces de la dependencia
que generan la nicotina o la cocaína son más profundas de lo que se
pensaba. Ésta no se limita a una recompensa placentera sino que implica
el refuerzo de ciertos recuerdos, como el sitio o las circunstancias
habituales de consumo, que motivan al sujeto a continuar con su uso.
Fumar sólo cuando otros lo hacen, ser incapaz de perdonar el cigarro
de después de comer o tener que esnifar una raya cuando se han tomado
algunas copas. Las evidencias científicas y empíricas indican que la
información contextual, espacial y del lugar está relacionada con las
vivencias relativas a la toma de drogas hasta el punto de que las circunstancias empujan muchas veces a su consumo.
Aunque suene a excusa, no lo es. Esa es la conclusión de un trabajo publicado en la revista 'Neuron',
que ha analizado el efecto de la nicotina sobre los procesos de
aprendizaje y memorización en ratones. Sus conclusiones señalan que tanto el consumo adictivo de una droga como los acontecimientos que lo rodean pueden considerarse aprendizaje condicionado.
Para que nuestro cerebro aprenda y memorice necesita modificar
constantemente sus conexiones en el hipocampo. Este fenómeno se conoce
como plasticidad neuronal e implica cambios en las sinapsis neuronales
existentes (intensidad, funcionalidad), desaparición y aparición de
otras nuevas. El neurotransmisor implicado en estos cambios es la
dopamina.
El rol de la dopamina en el desarrollo de una adicción es bien
conocido, gracias a los estudios 'in vitro' y con animales vivos
sedados. Sin embargo, estos experimentos no permiten conocer las
consecuencias últimas que la exposición a la nicotina, por ejemplo,
causa en el cerebro.
Al trabajar con ratones vivos en movimiento, los autores de este
estudio, procedentes del Baylor College of Medicine de Houston (Estados
Unidos) pudieron salvar esa barrera. Los animales, a los que se les
habían implantado electrodos en el cerebro para recoger la actividad de
las neuronas del hipocampo, podían deambular libremente por dos
compartimentos en los que recibían bien una dosis de nicotina bien una
de solución salina (inocua).
"El cambio en la actividad cerebral era alucinante", ha explicado
uno de los autores, John Dani, profesor de neurociencia de Baylor.
"Comparado con las inyecciones salinas, la nicotina fortalecía las
conexiones neuronales; a veces hasta un 200%. Este fortalecimiento indica formación de nuevas memorias".
Eso es lo que ocurría en el cerebro de los animales, ¿pero qué se
veía desde fuera? Dani y su colega Jianrong Tang observaron el
comportamiento de los roedores y comprobaron que pasaban más tiempo en
el compartimento en el que recibían la nicotina. La actividad
desencadenada por la nicotina en el hipocampo sólo podía indicar una
cosa: habían aprendido a preferir ese espacio.
Estos hallazgos concuerdan con la idea de que las memorias asociadas
con comportamientos adictivos se transforman en motivaciones internas
para seguir con el consumo de esa droga. Como salir por la noche incita
a esnifar cocaína, beber café a encender un cigarro o tomar éxtasis a
fumar porros.
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